“El dinero no es todo, pero como ayuda, el dinero no es todo, ¡Ay! como ayuda”, cantan Los Auténticos Decadentes en uno de sus hit fiesteros y, desde los preceptos de la Economía de la Felicidad que vuelca el especialista Martín Tetaz en su libro Lo que el dinero no puede pagar, los músicos algo de razón tienen. ¿Hace falta plata? Claro que sí, pero bien gastada.
Tiempo. La respuesta inmediata a la pregunta obvia ¿qué es lo que el dinero no puede pagar? De Martín Tetaz es tiempo. La felicidad económica parece estar de esta manera más ligada al tiempo que al dinero. Ganarse la lotería del tiempo podría significar la felicidad, pero no es tan fácil.
“Durante mucho tiempo se pensaba que la economía era un ciencia que básicamente tiene que ver con el dinero, que es de plata y en realidad el tiempo también es un recurso escaso. Está sobrevalorado el valor del dinero y subvaluado el valor del tiempo”, dice el especialista en Economía del Comportamiento y ayuda a entender la idea: “Es decir, no le damos tanta importancia a la cuestión del tiempo y le damos demasiada importancia a tener plata. Cada vez tenemos menos tiempo para nosotros. Básicamente lo que no puede comprar el dinero es tiempo y paradójicamente vos necesitás un montón de tiempo para juntar la plata”.
El eje central del libro de Martín Tetaz es que hay que recuperar el tiempo para nosotros. El autor propone algunas medidas para lograrlo, como reducir la jornada laboral o aumentar la cantidad de feriados.
-¿Cómo se le puede dar más tiempo libre a los trabajadores sin que los empresarios digan que se funden?
-Vos no podrías hacer que mañana todo el mundo trabaje 20 horas por semana porque sería imposible, pero al empresario sería muy simple: en vez de contratar a una persona para 40 horas, contratar a 2 por 20 horas. Habría más trabajo, bajaría el desempleo. Pero claro, el salario seguramente sería más bajo, por eso la única manera de avanzar es en manera gradual.
-¿Cómo lo proponés?
-En función a los aumentos de productividad que se van produciendo. Hasta ahora los aumentos de productividad van al salario y lo que necesitamos es que vayan a menos horas de trabajo. Si lo vas haciendo gradualmente se puede. Supongamos que en los próximos 20 años reduzcamos de 40 a 20 horas semanales. Eso exigiría que cada día bajemos una hora. Una hora, en un año, es el 2,5% de tu trabajo y eso es lo que se crece en productividad. Entonces no hay problema, a medida que vas avanzando en productividad, ganás en tiempo.
-¿Eso generaría trabajadores más felices?
-Sí y más productivos.
-Pero ganar en tiempo cuando no alcanza la plata parece un sinsentido…
-Las investigaciones muestran que por debajo de los niveles de ingreso, la plata sí que importa. La plata importa cuando no tenés nada. A las personas que están en el límite, les significa mucho ganar $3000 o $4000 más. En la clase media no tanto.
-Decís que la plata no hace a la felicidad. Pero compra cosas que nos hacen felices, como viajes.
-Buenos, los viajes sí funcionan. El dinero depende de cómo lo gastes. Si lo gastás en experiencias versus cosas materiales, las cosas materiales no mueven la aguja de la felicidad y las experiencias sí. Los gastos en experiencia no se amortizan, duran para siempre y rinden mucho más en términos de satisfacción que los gastos materiales. Los gastos en compartir con otras personas también rinden, dar un regalo da satisfacción. La satisfacción del consumo es muy efímera. Es como la droga que hay que seguir consumiendo constantemente.
-El capitalismo nos enseñó a consumir de manera caníbal. ¿Cómo se reeduca?
-El capitalismo como sistema en general ha generado muchísimos avances, ha permitido extender la vida y bajar la pobreza. No hubo ningún sistema en toda la humanidad tan bueno como el capitalismo. Ahora, hay capitalismo y capitalismo. El capitalismo de los países nórdicos es inclusivo, con oportunidades y el otro, el anglosajón, que es el que nos gusta a nosotros, es el de “llame ya”, en el que no nos alcanza nunca lo que tenemos y queremos más.
-La obsesión está con el consumo. A un gobierno se le puede perdonar cualquier cosa, ahora si cae el consumo se pudre todo.
-¿Se puede ir contra esa obsesión del consumo?
-Creo que primero debe haber algún coordinador, el Estado, que nos frene a todos. Un impuesto al consumo presuntuoso, ese que es por ostentación. Sería como un impuesto a la alta gama, que de alguna manera te frena. Y que ese dinero del impuesto a la ostentación se utilice directamente para combatir la pobreza.
-¿Podés explicar ese consumo por ostentación?
-El tema es que el ingreso, si bien no importa en términos absolutos, sí importa en términos comparativos. Entonces, como somos animales sociales, buena parte del consumo que hacemos es para ostentar. Lo primero que cae en el consumo es lo que no se puede mostrar. La ostentación explica buena parte del consumo.
-En una sociedad que se estratifica mucho, la comparación motiva el consumo. Entonces, aunque uno tenga un nivel de ingreso superior no lo nota, porque en su barrio “todo el mundo” también lo tiene. Y en los bajos también y de una manera virulenta, la comparación por ostentación se ve en la ropa, en los celulares.
-Recién destacabas al capitalismo en los países nórdicos y su felicidad. Sin embargo también son países con alto índice de suicidio.
-Cierto. El país más feliz del mundo es Dinamarca, pero es verdad que no todos los nórdicos están tan arriba. La variable que más mueve la felicidad es la social, la confianza social. Ese capital social es el conjunto de relaciones con las que podés contar y la intensidad de esas relaciones. Las sociedades con una red social armada son más felices.
-Los niveles de libertad para tomar tus propias decisiones y forjar tu destino también influyen en la felicidad. Paradójimante, los países nórdicos en los que hay una participación del Estado muy grande, son países donde la gente considera que si a uno le va bien o mal depende de uno.
-¿Y en la Argentina esa percepción cómo es?
-En la Argentina, en una encuesta que hicimos, el 30% consideró que si a uno le va bien es por la corrupción y, en el 50% de las respuestas consideraron que si les fue mal fue por falta de oportunidades. La percepción de la corrupción también influye en la felicidad, porque la transparencia legitima las diferencias sociales.
-¿Cómo es hablar de “economía de la felicidad” en tiempos de crisis?
-Este es un libro que no tiene nada que ver con las crisis, es más bien de largo plazo. Hago la aclaración para que no crean que trato de justificar lo que pasa con el libro. Dicho eso, una de las variables que más negativamente le pega al a felicidad es el desempleo. Y no es por el dinero, incluso en los países que tienen una red de contención grande, de alguna manera el empleo nos define un rol social.
-En las sociedades del primer mundo, cuando vos tenés una crisis tenés o seguridad social o sistema financiero. En los países latinoamericanos el sistema financiero es muy chico y la seguridad social funciona mal, razón por la cual en cada crisis el banquero es alguien de la familia y eso de alguna manera estrecha los vínculos familiares. Las crisis, en los países latinoamericanos, generaron una familia mucho más unida.
-En el libro le restás importancia al PBI (Producto Bruto Interno) y decís que el Estado tiene que preocuparse más por la felicidad de la gente.
-El preámbulo de la Constitución dice que el Estado se encargará de proveer el bienestar general. Proveer el bienestar general parece ser como el mantra, el objetivo. Todo el mundo dio como obvio que el bienestar general era que creciera el PBI, eso viene de la teoría neoclásica de la economía: más bienes y servicios es mejor. Solo que eso está mal, el único problema es que está mal, tenemos más bienes y servicios y no estamos mejor.
-¿Damos por muertas la teorías neoclásicas de la economía?
Pregunto ¿No será ahora de empezar a preguntarle a la gente qué quiere? Esas teorías del bienestar subjetivo tienen que ver con eso. La ciencia de la economía de la felicidad muestra que hay que terminar con la pobreza y el desempleo, temas que sí hay que ocuparse, tampoco digo que se descuide la actividad económica, pero evidentemente si la opción del gobierno es que la economía crezca el 7% o que crezca 3 o 4% y preocuparse porque crezca el bienestar subjetivo de la gente, creo que esa es la prioridad.
-Yo estoy a favor de tener más feriados y no menos. Basta de estar obsesionado con el PBI, que la gente tenga más feriado para disfrutar.
-Capítulo polémico de tu libro, decís que los casados son más felices que los solteros.
–(risas) Yo no lo creía. Pero las encuestas del mundo muestran ese resultado. Ahora, con las facilidades del divorcio, las personas casadas, por lo general, es porque desean estarlo y eso las hace más felices. Pero las personas divorciadas son más infelices que si no se hubiesen casado. La conclusión es pensar bien si uno se va a casar, es como una inversión, si sale bien reditúa en términos de felicidad, pero si sale mal el resultado en términos de satisfacción es negativo.
“Quiero dinero, Quiero dinero, Ya sé que no es todo, Pero igual quiero dinero…”, canta Cucho de Los Decadentes, en este trencito tan contradictorio y lógico a la vez de buscar ser felices y tener tiempo sin estar obsesionado con la plata que plantea Martín Tetaz en Lo que el dinero no puede pagar, que vino a Mar del Plata a presentarlo en el marco de Verano Planeta..
-Última pregunta ¿cómo ves la economía en el macrismo?
-Yo soy optimista moderado. Hasta el año pasado vos te subías a un colectivo que el cartel decía que te llevaba a Capital Federal y a las tres horas estabas en Necochea. Ahora, vos te subís al Colectivo que dice Capital Federal y a las tres horas estás en Dolores. Está bien, voy para aquel lado, pero en tres horas debería estar en Chascomús. Creo que el rumbo es el adecuado, muchas cosas que hizo el gobierno yo las hubiera hecho de otra forma, como el tema tarifas, gradualismo en la independencia del Banco Central, el Banco Central le sigue dando plata al tesoro y yo eso lo hubiera cortado de cuajo. Pero en general, los incentivos a la inversión privada, los incentivos a que los mecanismos del mercado mejoran, el sistema de precios mejoró, el funcionamiento del mercado de divisas se normalizó y la economía funciona con más libertad, son medidas que me parece que están bastante bien.
por Juan Manuel Salas
fuente QUE-digital
Martin Tetaz es Economista, egresado de la Universidad Nacional de La Plata, especializado en Economía del Comportamiento, la rama de la disciplina que utiliza los descubrimientos de la Psicología Cognitiva para estudiar nuestras conductas como consumidores e inversores. Actualmente es Diputado Nacional.