En el mundo de los economistas de tiza y pizarrón, que muchas veces terminan dirigiendo los destinos de empresas y países, el homo economicus cuenta con información perfecta para tomar todas sus decisiones. Compara las distintas opciones, sopesa calidad y precio y termina eligiendo la alternativa que más satisfecho lo deja.
Pero claro, el homo en la realidad no es economicus; es sapiens y el mundo no es de tiza y pizarrón; es de carne y hueso. En ese contexto la información no es libre ni está igualmente distribuida, sino que tiene un costo, a veces su precio resulta prohibitivo y uno debe avanzar parcialmente a ciegas.
El Profesor George Akerlof fue uno de los primeros en tratar rigurosamente el tema en un artículo famoso sobre el mercado de los autos usados. El problema con este rubro es que el vendedor tiene incentivos para decir que su unidad es “joya nunca taxi” pero el comprador no conoce el estado real de las partes no observables (funcionamiento del motor, chasis, electricidad, etc). Existe lo que en economía se llama “Información Asimétrica” y el resultado es que los autos usados en buen estado por lo general no se consiguen en el mercado porque los vendedores no tienen modo de distinguirlos de los malos y obtener un buen precio por ellos.
Resulta que muchísimos mercados en los que interactuamos todos los días adolecen de estos mismos problemas. Prácticamente en todos los servicios técnicos o profesionales, el prestatario posee mucha más información que el usuario, como queda de manifiesto cada vez que el técnico nos cobra 200 pesos para arreglarnos la compu diciéndonos que se rompió el pituto trifásico, o cuando el odontólogo nos enchufa medio de prepo el protector anti bruxismo o nos hace ir 5 veces para arreglar algo que podría haber liquidado en un solo turno.
Por suerte hay revancha en el mercado de trabajo, porque nadie le cuenta al empleador que lo echaron del último trabajo por quedarse dormido todos los días, ni que está esperando que lo nombren en planta para dejar de esforzarse y aparentar alta productividad.
Es verdad que muchas empresas tienen sofisticados departamentos de recursos humanos (o RRHH, que queda más canchero) que disponen de las más modernas baterías de test no solo para medir nuestra inteligencia sino para hurgar en los rincones más recónditos de nuestra personalidad. Pero lo que también es cierto, es que la potencia predictiva de los test en lo que respecta a performance laboral está en debate.
Pero lo más interesante es que el ámbito de las entrevistas laborales es muy parecido al de las primeras citas. Después de todo, hay dos personas interesadas en establecer una relación (laboral o personal) que saben muy poco el uno del otro y que tienen incentivos para aparentar más de lo que son y esconder sus bajezas. La “entrevista” repasa el “cv” de los candidatos, quienes se interesan por conocer las experiencias previas y las razones por las que los “contratos” anteriores se terminaron. También quieren saber las características del nuevo “puesto” el nivel de compromiso que requiere, y la “remuneración” que ofrece a cambio.
Por fortuna se trata de un espacio donde si bien existen muchas limitaciones de información, al menos están distribuidas mas democráticamente. Los problemas de información emergen porque del mismo modo que ningún empleador reconocerá que el ámbito laboral es esclavo, y tampoco existen candidatos que blanquean de entrada que a la primera oferta de un trabajo mejor saldrán disparados, ningún aspirante a novio contará que su madre usa una camisa de fuerza, o que tiene problemas con las drogas y el juego, como tampoco ninguna cenicienta confesará que ya pasó por una larga lista de muchachos con anterioridad, o que se deprime cada vez que pasa por su ciclo menstrual y encima engorda con facilidad.
Pero las similitudes no acaban ahí, porque una vez que se ha decido que se pondrá a prueba a algún candidato, comenzará un período signado por las apariencias, donde los participantes muestran altos niveles de productividad. Bastará que existan algunas garantías de que a uno ya lo han nombrado “en planta” para que el “trabajador” comience a descuidar su aspecto físico y se reduzca paulatina e inexorablemente la “eficiencia” en la “oficina”, o dicho en castellano y sin comillas; la frecuencia de los contactos sexuales en la cama.
Tal es la validez de la metáfora, que la gente de Job-hunt.org publicó un listado con 10 similitudes entre las búsquedas de trabajo y de pareja online y los de Jobs Direct USA llegaron incluso a organizar la versión speed dating del mercado de trabajo: una ronda de speed job searching en la que cada candidato puede llegar a tener hasta 30 entrevistas laborales en un lapso de 3 horas.
El hecho de que las reglas que gobiernan tanto la búsqueda de empleo como la de pareja sean tan parecidas, conduce a pensar que probablemente quienes tengan éxito en lo uno, lo tendrán en lo otro. No sorprende entonces que muchos estudios hayan encontrado que la gente casada pasa con mayor facilidad las entrevistas laborales y consigue mejores empleos, ni tampoco por supuesto el hecho de que quienes tienen mejores empleos consiguen pareja con más facilidad, aunque muchos hasta ahora hayamos pensado que simplemente era la billetera lo que mataba al galán. De hecho en Argentina, de acuerdo a la última encuesta permanente de hogares (EPH) las personas casadas o separadas ganan un 15% más por hora y trabajan en promedio un 15% más de horas que los solteros, por lo que acaban con salarios un 30% mayores.
Obviamente que la regla puede presentar excepciones; todos conocemos workaholics que hace años que están solos y casanovas que cobran el seguro de desempleo, pero mi hipótesis es que esto sucede porque se trata de personas muy éxitosas en cada uno de los ámbitos que o bien ni si quiera han pensado alguna vez en la analogía subyacente, o bien no han aprendido como transferir sus habilidades de un dominio al otro.
La lección para todos ellos es que a la hora de buscar pareja se lo tomen como si se hubieran quedado desempleados; armen un cv (perfil), le pongan una buena foto, entren en cuanto dating site encuentren, apliquen a todos “los puestos” que les interesen, vayan a “las entrevistas” habiendo averiguado algo de “la empresa” y sobre todas las cosas demuestren que tienen en claro lo que quieren, lo que buscan, y lo que están dispuestos a hacer. Si en cambio se trata de Adonis buscando empleo, lo mejor que puede hacer es pensar en levantarse a alguien, seducir a “la candidata”, comprender rápido el lenguaje en el que está hablando y aprovecharlo para hacerle sentir que es la persona indicada.
Si no sos bueno ni para la búsqueda de empleo ni para la de pareja, entonces sí que estás jodido; pero la buena noticia es que alcanza con que aprendas una sola de las dos cosas y que nunca pierdas de vista que el hecho de que el coche esté bien de chapa y pintura, no garantiza el buen funcionamiento del motor.
Martin Tetaz es Economista, egresado de la Universidad Nacional de La Plata, especializado en Economía del Comportamiento, la rama de la disciplina que utiliza los descubrimientos de la Psicología Cognitiva para estudiar nuestras conductas como consumidores e inversores. Actualmente es Diputado Nacional.