La reclasificación de mercados de Morgan Stanley confirmó lo que con menos tecnicismos todos sabíamos; Argentina no ofrece garantías de salidas para ningún inversor que quiera entrar y los controles de capitales como el cepo cambiario, con su racionamiento de las divisas para importaciones y pago de deudas, llegaron para quedarse. Esto implica esencialmente, que el financiamiento para las empresas será escaso y más caro.
En paralelo ya comenzaron las presiones sobre el dólar informal que cerró la semana a $174, unos 10 pesos más que el viernes pasado y un 25% por encima del mínimo que registró en abril, aun cuando todavía no se percibieron los salarios de julio que vienen sin descuento de Ganancias, para todos lo que cobran menos de $150.000 y con la devolución de la primera cuota de lo pagado por ese impuesto entre enero y mayo.
Además, en la medida que se acumula apreciación cambiaria, porque el tipo de cambio oficial corre a menos de la mitad de la velocidad que la inflación, se ponen cada vez más baratos los bienes importados, lo cual ayuda a las chances electorales del gobierno, porque los aspiracionales de la clase media son transables, pero al mismo tiempo obligará a endurecer el cepo aún más si el público empieza a comprar dólares de $100 indirectamente, por la vía de los bienes sustitutos, que están expresados en esa moneda, como los autos, motos y electrónicos.
Más allá del sobrante de ahorros que pueda producirse en julio, el equilibrio monetario es delicado y no puede descartarse otra caída en la demanda de dinero con motivo de reserva de valor como la que se produjo en octubre pasado, llevando el dólar a $195 y disparando la inflación. De hecho, en los últimos dos meses asistimos a un estancamiento en el stock de plazos fijos privados en pesos, que en términos reales implica una caída del 4,9% y que explica en parte el recalentamiento del blue.
El gobierno tiene, por supuesto, herramientas para evitar este salto y llama poderosamente la atención que no las esté utilizando y que haya permitido la suba constante del 25% en los últimos dos meses. Es cierto que muchas de esas armas implican cierto pragmatismo en la política de asignación de dólares oficiales, pero no es muy lógico que el gobierno arriesgue una corrida mientras está acumulando reservas, máxime cuando la historia está repleta de evidencia de las consecuencias de reaccionar luego que la desconfianza de apoderó de la calle, corriendo desde atrás, en vez de anticiparse. A los brotes de desconfianza hay que cortarlos de raíz, antes de que crezcan, porque es preferible pecar de paranoico que ver el dólar en la tapa de los diarios.
Mientras el BCRA se duerme, en el Congreso avanza un proyecto para eliminar exenciones a inversiones en pesos, con el argumento de que son usadas transitoriamente para eludir el pago de Bienes Personales y los legisladores, con el apoyo de la oposición, ni siquiera se dan cuenta de que para recomponer la demanda de pesos es necesario multiplicar las opciones de inversión que ofrezcan canales alternativos al dólar. En el mundo del revés, un país sin soberanía monetaria, que ya le cobra impuesto inflacionario a los que no se pueden escapar de los pesos, ahora le pone un nuevo impuesto a la moneda local.
Martin Tetaz es Economista, egresado de la Universidad Nacional de La Plata, especializado en Economía del Comportamiento, la rama de la disciplina que utiliza los descubrimientos de la Psicología Cognitiva para estudiar nuestras conductas como consumidores e inversores. Actualmente es Diputado Nacional.
Hola, Martin. Los diagnósticos financieros han copado el horizonte de proyectos de reconstrucción, productividad, pymes, etc. Será posible oír de los políticos y periodistas concepciones y, preguntas y entrevistas donde se articulen como reconstruir la matriz educativa y constructiva del país; como salir de los subsidios para incorporar miniproductores y emprendimientos familiares, fomentar miniproyectos según características regionales, etc.?