El avión lo dejó en Río de Janeiro a las 5 de la mañana y los taxis que operaban dentro del aeropuerto le pidieron 50 dólares para llevarlo hasta el centro; un viaje de no más de 20 kilómetros que en nuestro país puede costar entre 150 y 200 pesos.

El tipo masculló bronca. Sintió que se estaban aprovechando de su imposibilidad de conseguir otro medio de transporte alternativo y decidió googlear “Taxis en Río de Janeiro”. Para su sorpresa descubrió de ese modo que había una aplicación para celulares llamada “Easytaxi” que con un solo click en su pantalla lo localizaba aprovechando el GPS del teléfono y le mandaba el coche más cercano. Pero no sólo eso sino que la app le mostraba el nombre, la foto y hasta el celular del taxista que pasaría recogerlo, indicándole en un mapa la posición del auto de alquiler, a medida que se acercaba a destino. Y lo más importante; pagó sólo 30 dólares.

CONEXION

La mañana siguiente, mientras desayunaba en el hotel, comentó con un turista la serendipia y el mozo que servía el café le dijo que inclusive podría haber abaratado más el viaje si descargaba una novedosa aplicación llamada Uber, que conecta gente que busca transporte con conductores particulares dispuestos a hacer el viaje.

La iniciativa, que ya está operando en 55 países del mundo entero, no deja de ser controvertida e incluso ha sido suspendida por amparos judiciales en varias ciudades. El argumento principal de los detractores es la competencia presuntamente desleal de los autos particulares que no poseen licencia municipal para operar. Sostienen que la regulación pública garantiza condiciones de seguridad que se pierden si la actividad se libera permitiendo que cualquiera ofrezca servicios de transporte.

Sin embargo, ésa es de hecho una de las grandes ventajas de Uber. No sólo que el sitio tiene restricciones muy severas respecto del modelo y el estado de los autos que se pueden registrar para ofrecer viajes, sino que chequea además antecedentes penales y de infracciones de tránsito antes de permitir que un chofer se sume a su equipo.

Pero la mayor garantía de seguridad de Uber, parecido a lo que también ofrece Easytaxi, es que en la pantalla del celular se puede conocer toda la información del chofer y del auto antes de aceptar el viaje, incluyendo el puntaje que los anteriores usuarios le pusieron a ese conductor, con un sistema de cinco estrellas como las que se usan para evaluar películas, o para establecer la reputación de los vendedores de Mercado Libre o Amazon.

¿Y LA COMPETENCIA DESLEAL?

Los planteos sobre la seguridad son en realidad una cortina de humo. Lo cierto es que la principal razón por la que el novedoso sistema enfrenta tanta resistencia es que muchos piensan que si cualquiera puede poner su auto a ofrecer el mismo servicio del taxi por un precio menor, pues los taxistas se quedarán sin trabajo por la competencia de los coches particulares.

La verdad es que el sistema actual de licencias condena a los peones a vivir en una especie de esclavitud permanente, en la que no pueden convertirse jamás en dueños de los taxis que manejan, porque mientras que un Corsa Classic, el auto más usado en el rubro, cuesta unos 130.000 pesos, la licencia para poder pintarlo y ponerlo a trabajar se negocia en el mercado del “taxi blue”, a valores que rondan los 700.000 pesos.

El disparate de que un papel con una firma cueste más que cinco autos juntos, o lo mismo que un departamento, tiene que ver con que el dueño de la licencia termina llevándose a casa prácticamente lo mismo que el chofer, pero sin poner 12 horas por día su anatomía en el asiento. Para tener una idea: aproximadamente un taxi factura por mes, en promedio, unos 30.000 pesos, dividiéndose ese dinero casi en tres partes iguales; una para pagar los gastos, otra para el chofer (que en realidad se lleva el 30%) y la restante para el dueño de la licencia. Vale decir que el capitalista tiene una rentabilidad tal que en un año le permite recuperar el valor del auto, peso más o peso menos.

MAS Y MEJOR

Por si alguien no entendió, déjenme decirlo más claramente. Los dueños de la licencia se quedan con mucho dinero que en realidad produce el chofer. Lo que ocurriría si se implementa Uber en Argentina es que como ya está sucediendo en Brasil, Chile y Colombia, los choferes podrán trabajar para ellos mismos, ganando más dinero del que ganan ahora.

Habrá más gente trabajando, es cierto. Cualquiera puede convertirse en conductor si cumple con los requisitos de seguridad y tiene un auto en condiciones, e incluso es posible sumarse si uno quiere trabajar unas pocas horas por semana, para complementar ingresos de otra actividad. Pero también habrá más viajes, porque como el sistema mejora la calidad del servicio y baja el precio, mucha más gente lo utilizará.

Los que más ganan son los pasajeros que viajarán mucho mejor y los peones que podrán dejar de trabajar para un puñado de privilegiados que hoy ganan dinero de manera parasitaria, sin poner absolutamente nada.