Fuente: ELDIA.COM

La semana comenzó movida para los mercados financieros que habían apostado a que cualquiera que fuera el próximo Presidente, encararía los cambios coyunturales que la economía precisa para salir de la terapia intensiva en la que se encuentra hace cuatro años.

Tanto Macri como Scioli eran vistos como “market friendly” y si bien la elección del Gobernador implicaba la permanencia del FpV en el poder, “Scioli para la victoria” representaba una continuidad con cambios.

Pero Cristina Fernández, quemando todos los libros de ciencia política que hablan del “pato rengo” en referencia a la falta de poder que enfrenta un mandatario saliente, en el último año de su gestión, cuando no tiene chances de reelección, movió una vez más el tablero colando en la fórmula del Gobernador bonaerense a su más fiel ladero, el maoísta Carlos “Chino” Zannini.

La jugada trocó en aire la expectativa de cambio y convirtió al ticket de Scioli en un voto de continuidad del actual modelo.

LAS INCONSISTENCIAS COYUNTURALES

EL problema es que este modelo ya fundió motores y no resiste la inercia sin cambios. El dólar está más barato que en el 1 a 1, hundiendo las economías regionales, poniéndole una mochila de plomo a la industria y regalándole a las multinacionales que facturan en pesos, utilidades absolutamente artificiales en dólares.

Los subsidios han distorsionado por completo los precios de la economía haciendo colapsar la energía y comprometiendo seriamente las cuentas públicas. En castellano; el Gobierno reparte lo que no tiene, generando un déficit fiscal que al ser financiado con emisión sin respaldo prostituye la moneda, condenándonos a ser una sociedad que ahorra y piensa en dólares.

Siempre sostuve que dada la gravedad e insostenibilidad de la situación, cualquiera que ganara las próximas elecciones debía curar (más temprano que tarde), estas enfermedades de la economía. Sigo pensando lo mismo e incluso creo que Zannini le puede aportar la densidad política que le falta al Sciolismo para encarar el tratamiento que necesita la macro. Pero los mercados evidentemente no piensan lo mismo.

LAS DEFICIENCIAS DE LARGO PLAZO

Pero incluso cuando se hicieran los cambios coyunturales necesarios, la designación de Zannini confirma que Scioli profundizará la fracasada estrategia de desarrollo de largo plazo que encaró el gobierno en la última década.

Esta semana, acomodando viejos papeles di por accidente con un documento escrito en 1993 por Rodolfo Terragno, la mente más brillante que haya dado la política argentina desde Frondizi, hasta nuestros días.

Se trata de una plataforma de propuestas económicas que plantea una estrategia integral de desarrollo sostenible, en línea con las experiencias internacionales exitosas en la materia. El corazón del proyecto es un “modelo industrial exportador”, que emulando la transformación de Japón y aprendiendo de la revolución de los tigres asiáticos (Corea, Taiwán, Singapur y Hong Kong), plantea “una combinación de planificación y orientación gubernamental, con una fuerte actividad del sector privado”, para crecer hacia afuera.

Terragno tenía muy claro, que en una primera etapa el rasgo distintivo de este modelo sería el aprovechamiento de las ventajas del campo y que “exportador” iba a significar inicialmente, un modelo basado en las agro exportaciones. Si nuestro país hubiera encarado ese proyecto cuando lo propuso Terragno, Argentina habría aprovechado plenamente los espectaculares términos de intercambio de los últimos 10 años y hoy probablemente nuestro ingreso per cápita sería un 15% más alto, no habría problemas de escases de dólares y la pobreza coincidiría en la realidad con las fantasías de la Presidenta.

Pero el modelo fue exactamente el opuesto. Se insistió en una estrategia de sustitución de importaciones absolutamente incapaz de motorizar el desarrollo, porque desaprovecha todas las ventajas del comercio internacional y porque se apoya en la idea ridícula del mercado interno como polea de crecimiento, cuando somos apenas 42 millones de habitantes, con el agravante de que estamos desconectados geográficamente por la deficiente infraestructura.

En contraste, el modelo coreano se basó en cuatro premisas bien distintivas. La garantía de una moneda estable, el acceso al financiamiento externo para las inversiones, la transformación del sistema educativo y la planificación del desarrollo por parte del Estado.

Como resultado de ello, de acuerdo a la última evaluación internacional PISA, los estudiantes coreanos están cuartos en matemática y séptimos en ciencias. En contraste nuestro país está 59 y 58 respectivamente, siendo superado incluso en la región por Chile (el mejor de Latinoamérica), México, Uruguay, Costa Rica y Brasil.

DE ESO NO SE HABLA

Lamentablemente en esta elección ningún candidato está hablando de desarrollo económico. Nos tapa la coyuntura del cepo, la probable devaluación y la corrección de las tarifas, pero es imposible que la argentina deje de ser un país subdesarrollado con un cuarto de la población excluida, si no logramos estabilidad monetaria y la sostenemos en el tiempo, si no recuperamos el acceso al crédito para la inversión, si no transformamos el sistema educativo y si no somos capaces de construir una burocracia útil, que planifique el país de los próximos 20 años.

En ese contexto, el “efecto Zannini” es mucho más que una mala noticia para el mundo financiero, es una invitación a plebiscitar una gestión que destrozando la moneda, cerrando el financiamiento externo y aprobando a los alumnos por decreto ministerial, consolidó las bases del subdesarrollo.